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Teniendo Citas En La Época De Los Millenials

  • Foto del escritor: The Gentlemen
    The Gentlemen
  • 22 abr 2017
  • 5 Min. de lectura

Hace falta que lo diga y lo diré varias veces en este texto, nuestra generación está en contra del compromiso, no le hemos encontrado el punto a esto. Nos han repetido incansablemente que existen tantos peces en el mar, pero nuestra generación es la primera en tener literal una pecera al alcance de nuestros dedos en Tinder, Happn, Grindr, Bumble y estas apps si son para ligar porque también puedes usar Facebook, Snapchat, Instagram o lo que quieras para conectarte con cualquier persona en el mundo. Ahora si podemos ordenar a domicilio a cualquier persona de la misma manera en que compramos una pizza. Pensamos en enunciados perfectamente orquestados con la perfecta cantidad de emojis. Creemos que hacer esfuerzo por alguien es enviarle un mensaje de “Buenos días”. Decimos que el romance murió y si creo que ha muerto, pero tal vez es cuestión de que lo reinventemos. Es muy probable que el romance en la era moderna sea dejar a un lado el teléfono durante toda la cena, a lo mejor el romance es borrar Tinder después de una increíble primera cita con alguien. Probablemente el romance sigue ahí pero no sabemos cómo luce.


Ahora también cuando decimos que ya vamos en serio por alguien, aún tenemos una pierna fuera de la relación, tenemos un ojo viendo las opciones a nuestro alrededor. Queremos ese gran Rib Eye Angus (discúlpenme veganos), pero estamos muy entretenidos perdidos en el buffet de la mediocridad. Todo porque nos gusta tener opciones, no queremos los mismo siempre, queremos tener variedad, pero esas opciones nos están matando. Creemos que tener opciones significa algo, creemos que tener opciones es bueno, entre más opciones tengas, mejor. Pero esto solo complica mucho más nuestra situación. Nos deja extrañamente insatisfechos, es más ni siquiera podemos entender la palabra satisfacción. Siempre tenemos un pie en la puerta, listos para salir corriendo a buscar más opciones, no nos damos el tiempo de ver lo que tenemos frente a nuestros ojos, no nos damos el tiempo de ver a esa persona que está pidiendo amor, porque lamentablemente la gran mayoría dice que lo busca, pero no se atreven a vivirlo. Queremos algo que sabemos que existe, pero aun así estamos buscando la siguiente gran aventura, la siguiente gran cita, la siguiente dosis de adrenalina que nos va a hacer sentir como la primera vez, queremos la gratificación instantánea, no queremos las complicaciones.


Nos encanta distraernos y estar en otros lugares, no somos capaces ni siquiera de enfrentar nuestros propios demonios y ¿Así esperamos que alguien se quede con nosotros? Nosotros a diferencia de las generaciones pasadas vemos un mundo lleno de posibilidades, podemos hacer prácticamente lo que queramos, tenemos acceso a todo con unos cuantos clicks. Podemos entrar a Instagram y ver la vida perfecta que tienen todos, podemos ver los lugares que quizás nunca conozcamos, vivir la vida que no vamos a tener, ver a las personas con las que nos gustaría salir y luego nos preguntamos porque nos sentimos tan poco satisfechos con nuestras vidas, nos preguntamos porque las cosas duran tan poco y porque todo se siente como si fuera tan poco para nosotros, la respuesta es que no estamos viendo nuestra vida por lo que tenemos, sino porque nos estamos midiendo por lo que no tenemos. Y no digo que seamos mediocres y conformistas, solo que estamos comparándonos contra mentiras.


Y ahora supongamos que encontramos a esa persona que nos ama, que nos quiere por lo que somos, encontramos ese compromiso, esa intimidad, los constantes te quiero. Lo hacemos, lo tenemos y después empezamos a compartir todo en redes sociales. Ponemos que estamos en una relación en Facebook, subimos selfies perfectas en Instagram, nos convertimos en un “nosotros”, hacemos que todo brille y se vea perfecto, porque solo escogemos la mejor foto de las 100 que nos tomamos. No compartimos las peleas a las 3am por teléfono, no compartimos los ojos llorosos, mucho menos la frustración de sentirse incomprendidos. No compartimos status en donde nos haga ver tristes o depresivos, solo compartimos donde todo se ve como lo que hemos visto en otras fotos, vidas perfectas, con personas perfectas. No compartimos esas conversaciones que pueden romper una pareja, esto no lo vamos a compartir, porque dejaríamos de ser perfectos, de llevar la vida de lujo, solo compartimos fotos con filtros, parejas felices, lugares increíbles, outfits perfectos y citas envidiables.


Y después vemos a todos felices, parejas que se ven más felices que nosotros y nos comparamos con ellos para saber que nos falta. Somos la generación de los emojis, la generación de la comparación, la generación de medirnos, la generación de la vida perfecta, la generación de los selfies, la generación que cree ser merecedora de todo, la generación que debe todos sus lujos y no le alcanza para pagar esas deudas, la generación que más viaja, la generación de desempleados enmascarados en freelancers, la generación que renuncia a su trabajo si le hablan muy fuerte, la generación que quiere encontrar el significado de la vida sin dar el mayor esfuerzo. Y lamento decirlo, pero nunca vamos a tener la mejor vida, porque nos estamos comparando contra cosas irreales, con cosas que no existen, nos comparamos con imágenes y videos de 5 segundos. Estas vidas no existen, estas relaciones no existen, aun así, las creemos. Las estamos viendo con nuestros propios ojos, me puedes mandar los screenshots de esas fotos, pero tienes que recordar que son solo instantes, son momentos y todos tenemos esos momentos perfectos, esos segundos perfectos.


Es por eso que mandamos al carajo nuestras relaciones, dejamos relaciones porque no somos lo suficientemente perfectos, nuestra vida no es plena, nuestras relaciones no son dignas de ser compartidas en Instagram Stories así es que regresamos a Tinder y hacemos decenas de swipes, hasta que tenemos un Match, pedimos a alguien a domicilio como si se tratara de una hamburguesa y el ciclo se repite. Emojis, buenos días, intimidad, cenas sin celular, selfies de pareja, viajes, filtros, parejas felices y volvemos a comparar cada pedazo de nuestra vida. Salen nuestras insatisfacciones a relucir, las peleas tontas “Algo va mal entre tú y yo”, “Algo no está funcionando”, “No sé, siento que le falta algo a nuestra relación” o simplemente nos esfumamos de la faz de la tierra y contabilizamos otro amor que no fue, otra a la lista de amores que no funcionaron, solo quedan los recuerdos de aquellas fotos con filtros perfectas.


Y es así como seguimos con nuestro ciclo, buscamos a la siguiente persona que pueda ser desechable, pero a la vez buscamos el amor de nuestras vidas, pero pensamos en que no queremos nada serio, pero en realidad nos desvivimos por tener una relación seria, queremos casarnos, pero preferimos no decirlo para no parecer desesperados, porque nuestra generación es la generación del me vales madre, del si me importas pero no tanto, del si no eres tú tengo más opciones, pero morimos porque alguien nos ame como somos, pero somos incapaces de amar a alguien por lo que es, si no por cómo se ven sus fotos, por cómo es su vida. Y es así como vivimos nuestras vidas de nuevo en 5 segundos de Snapchat, en Bumerangs para Instagram, en imágenes perfectamente seleccionadas, con filtros y ajustes profesionales, hacemos Live Videos en Facebook, aunque nadie nos pele, buscamos atención por todas partes. Pero en realidad somos una ilusión, somos una gran mentira, estamos siendo falsos y escondiéndonos en la perfección que queremos aparentar. Solo buscamos lo que sea digno de compartirse y todo lo demás no lo queremos en nuestra vida, pero es exactamente todo lo demás que hace fuerte a una pareja, no la casa perfecta que compartimos en Pinterest.


La verdad es que no nos hemos dado cuenta que en realidad lo que queremos es salir de estar mentira, queremos esas llamadas a media noche, queremos citas cara a cara, queremos conversaciones sin que la luz del celular le ilumine la cara, queremos relaciones que no sean validadas por la cantidad de likes que reciban, queremos relaciones en las que nadie más se entrometa. Puede que no te des cuenta de esto aún, pero en realidad necesitamos una vida desconectada de la pantalla del celular.

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